Cuando Carlos Menem era presidente y Domingo Cavallo ya había instalado la convertibilidad, se difundió el concepto de voto cuota o voto licuadora.
La financiación bancaria había impactado en la expansión del consumo y, claro está, le trajo un fuerte respaldo al líder peronista. Siga-siga, le dijeron las urnas en 1995. La población podía comprar dólares baratos, salir al mundo, ir al shopping, consumir productos importados e incluso acceder a créditos para adquirir autos y viviendas.
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El tipo de cambio “1 peso, 1 dólar” era el camino alfombrado al paraíso. Nadie notaba que cerraban algunas fábricas. La clase media dejaba atrás el trauma de la hiperinflación y volvía a darse gustos que había olvidado. Pertenecer refuerza la identidad. No hay nada cuestionable en eso. Y los argentinos sentíamos que habíamos vuelto al mundo.
Actualmente, hay un sector que comienza a tener la sensación de cierto déjà vu. Entonces, ¿volvió el voto cuota? ¿El voto dólar? ¿El voto consumo?
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Es cierto que aquella clase media de los noventa ya no existe. Ese sector social quedó fracturado, como explica el especialista en consumo Guillermo Oliveto, entre quienes no llegan a fin de mes y sienten que ya se cayeron, y quienes pueden viajar al exterior y aún conservan sus esperanzas. Pero hay muchos que disfrutan.
Tal vez no estemos en la época del voto cuota. Lo que sí vemos es el voto por la estabilidad.

Milei es el político que mejor mide en todo el país. Gobernadores peronistas y radicales prefieren acordar con él una convivencia antes que salir a enfrentarlo, porque sus propios votantes se solapan y apoyan también al Presidente. Muchos ciudadanos lo votarán porque son libertarios o liberales, pero otros lo harán porque Milei les asegura una estabilidad económica: están mejor o tienen la expectativa de estarlo.
La inflación de mayo cierra en torno más cerca del 2 por ciento. Algunos economistas, como Fausto Spotorno, arriesgan que incluso puede ser menor.
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La apertura de importaciones y la reducción de aranceles impulsan los precios a la baja en indumentaria, celulares, alimentos y autos. Ya aparecieron varias marcas de ropa que rebajaron los precios entre 10 % y 20% —aunque siguen siendo de los más altos del mundo—, mientras las automotrices y supermercados prometen no remarcarlos.
El objetivo de Milei es llegar al 1 por ciento de inflación en septiembre. Mauricio Macri, en septiembre de 2016, tuvo 0,40%; y en el septiembre electoral de 2017 -legislativas- logró 1,90%. Aunque los salarios corren detrás de la inflación, un número en torno al 1% en septiembre garantizaría el triunfo del oficialismo en octubre.
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No hay desborde de riqueza, pero sí síntomas de bienestar. En abril, 1,4 millones de personas viajaron al exterior y volvieron con sus valijas llenas de productos más baratos que en las góndolas locales. Y el consumo masivo crece 2%, aunque con notables diferencias entre los distintos sectores sociales.
En el informe sobre Bancos de abril, el BCRA afirma que el crédito al sector privado, que aumentó 10%, es el mayor de los últimos 20 años.
Focalicemos en los créditos hipotecarios, añorados por quienes tienen el sueño de la casa propia. Si se suman las escrituras de compraventa de viviendas con hipoteca firmadas en los primeros cuatro meses en CABA y en la provincia de Buenos Aires, según los colegios de escribanos de ambos distritos, se celebraron 10.429 hipotecas en el primer cuatrimestre de 2025 (CABA: 4094; PBA: 6335). Un 630% más que las 1427 firmadas en el mismo período de 2024.
No hay un masivo al crédito hipotecario, pero es cierto que se expande.
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Aunque el otorgamiento de estos créditos tiene un techo a dos aguas. Por un lado, con salarios que aumentan por debajo de la inflación, se aleja la posibilidad de cumplir con la condición de cuota-ingreso. Y por otro, el descalce: la velocidad a la que crecieron los créditos fue mayor a la que registraron los depósitos: los préstamos al sector privado aumentaron 101% real anual entre marzo de este año y el mismo mes de 2024, triplicando la suba de los depósitos, que subieron 34%, de acuerdo con un informe de Quantum.
También se incrementó el valor financiado en créditos prendarios (95,1%) y las automotrices, que pierden mercados en el exterior, calculan que llegarán a vender en 2025 unos 700.000 automotores.
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Por otra parte, la decisión del Gobierno de promover que los argentinos saquen los dólares del colchón para gastarlos en consumo persigue algunos fines claros: darle dinamismo a una economía que se acelera, pero que aún carece de potencia; hacer crecer los depósitos bancarios —algunas entidades ofrecen una tasa de hasta el 5,5 por ciento en dólares— y aumentar la recaudación y las reservas del BCRA.
Pero también puede conseguir otro objetivo, indirecto y más oculto: el votante que se decide a usar sus ahorros ocultos, salvo que lo haga por necesidad porque no llega a fin de mes, querrá que se mantengan las condiciones de estabilidad, porque de otra manera sentiría que malgastó sus ahorros.