“Este no es un país para hombres progres”. La frase (”no country for a woke men”, en inglés) fue reposteada por Elon Musk, el futuro encargado del Departamento de Eficiencia Gubernamental del gobierno de Donald Trump.
Los nuevos aires que soplan en los Estados Unidos parecen darle la razón. El triunfo del magnate republicano en las elecciones del 5 de noviembre promete dar un golpe certero al pensamiento “woke”, un término que alude a la ideología progresista que pone énfasis en temas sociales y culturales bajo el ala de lo políticamente correcto.
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El posteo de Musk fue acompañado por tres fotos: la de Trump, la del presidente electo JD Vance y la del propio fundador de Tesla y SpaceX. El dueño de Tesla eligió la palabra “Nope” (no) para dejar en claro que en el nuevo Estados Unidos no habrá lugar para temas como ideología de género, diversidad, lucha contra la discriminación, inclusión sexual, exclusión social o cualquier tipo de revisionismo histórico o cultural.
En síntesis, se borrará del mapa la llamada agenda woke que se impuso a partir de las luchas antirracistas del movimiento Lives Black Matter en 2014. Woke es el pasado de la palabra en inglés wake (despertar). El término no es nuevo: la frase “stay woke” (”mantenete despierto”) ya se usaba en los años 30 en la comunidad afroamericana estadounidense.
Pero el nuevo gobierno republicano no será el único en desterrar esa agenda. En varios países del mundo, como en la Argentina de Javier Milei, está creciendo con fuerza el movimiento “antiwoke”.
El presidente argentino nunca tuvo problemas en atacar lo que él y sus seguidores suelen llamar “ideología progre” o pensamiento “zurdo”, muchas veces acompañado por una descalificación o un insulto al final de la frase.
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“Estamos ante un fin de ciclo. El colectivismo y el postureo moral de la agenda woke, se han chocado con la realidad y ya no tienen soluciones creíbles para ofrecer a los problemas reales del mundo. De hecho, nunca las tuvieron”, dijo Milei.
Pero no se quedó ahí: el presidente subió la apuesta: “Ante la enfermedad del alma que es el virus woke, pedimos restaurar el sentido común y volver a los valores que comparten la mayoría de los ciudadanos del mundo occidental”, dijo Milei, flanqueado por la jefe del Gobierno italiano, Giorgia Meloni, en su reciente visita oficial a Buenos Aires.
¿La “agenda woke” está en retroceso?
Para algunos, ser “woke” significa no solo tener conciencia social y racial, sino también luchar contra normas impuestas por la sociedad, en especial en materia de derechos de la mujer y de las minorías. Pero para otros solo es una descripción de un grupo de farsantes que busca imponer sus ideas bajo la amenaza de la cancelación social.
La llamada “agenda woke” está hoy a la defensiva en el nuevo Estados Unidos de Trump poselecciones y en la Argentina de Milei. Pero también en otros países donde la derecha radical está logrando fuertes avances electorales, como en Alemania, Austria, Francia y hasta en algunos países escandinavos.
“La agenda progresista, que la derecha llama woke, fue demasiado lejos. El psicólogo social estadounidense Jonathan Haidt muestra que las elites occidentales se tornaron distantes, en sus intuiciones morales, de las elites no occidentales y de las masas (tanto occidentales como no occidentales). El antiwokismo es popular porque reúne a todos los que se sintieron agredidos por el pensamiento políticamente correcto, en especial los varones jóvenes, que constituyen el grupo antiwoke más homogéneo”, resumió a TN el analista político Andrés Malamud.
Hoy los defensores del antiwokismo ganaron terreno después de años de silencio. Hay una nueva batalla cultural que se dirime no solo en los medios tradicionales, sino en especial en el mundo digital y las redes sociales.
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Agustín Lage, fundador y presidente de la Fundación Libre, un think tank conservador, afirmó en una reciente entrevista con Luciana Geuna en TN: “El wokismo dice que este es un mundo dividido en blanco y negro. Vos sos la oprimida, vos sos el opresor por tu sexo. Incluso podría ser por tu orientación sexual, por tu identidad de género, raza, por tu etnia o por tu especie”.
El politólogo, muy amigo de Milei, señaló que el wokismo “es la dispersión descontrolada de esa dialéctica opresor-oprimido que al final del día hace un daño tremendo porque conflictúa todas las relaciones sexuales, las relaciones de familia, las de amistad, las de dentro de un trabajo, de un club o de una iglesia. El wokismo no ha resuelto nada. No podemos quedarnos callados frente a esto. La idea de que por ser mujer sos una oprimida, y que por ser hombre sos un opresor, ha generado un paradigma en la sociedad moderna”.
El eslogan que impulsan los empresarios estadounidenses antiwoke: “Go woke, go broke”
En ese escenario, en las esferas empresariales estadounidenses se extiende el eslogan “go woke, go broke”, que podría traducirse como “si vas por lo progre irás a la quiebra”.
Hace un año, la cerveza Bud Ligth sufrió enormes pérdidas económicas después de lanzar al mercado un spot publicitario protagonizado por la influencer trans Dylan Mulvaney.
La furiosa campaña en contra que inundó el mundo digital, con consumidores que llamaron a dejar de comprar esa marca de cerveza, provocó severas pérdidas económicas a la empresa. Otras compañías también sufrieron este tipo de acoso virtual y están optando por un cambio de estrategia y mucho más ahora que se viene un segundo gobierno de Trump.
El politólogo argentino Atilio Borón, identificado con la izquierda, dijo a TN que considerar al wokismo como un virus, como hizo Milei, es “totalmente desafortunado”, aunque afirmó que hay temas de la agenda progresista que van a sufrir “una retirada parcial” e incluso de “una manera muy fuerte” en debates como el aborto, en especial en los Estados Unidos.
Sin embargo, aseguró que “en la agenda woke hay temas que no se pueden tirar por la borda, como la igualdad de género en la política y en los puestos de dirección en las empresas. No es un tema menor. Pero hay otros más escabrosos, como la problemática de género, que es un tema muy sensible”.
Borón señaló que en los últimos años “se cometieron muchos excesos” en el progresismo en su intento de consensuar una agenda de derechos, pero advirtió que no por eso se debe abandonar el debate y la lucha por avanzar en causas que abrazó el progresismo.
Para el analista, el surgimiento del antiwokismo fue provocado por la reacción de un sector de la sociedad ante “un movimiento progresista que se impuso y que al principio parecía contar con una especie de consenso latente, con una aceptación implícita”.
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“Pero esa aceptación implícita estaba equivocada. Las sociedades de Estados Unidos, Europa e incluso la Argentina son mucho más conservadores de lo que gente se imagina. A medida que el wokismo fue avanzando en terrenos muy delicados, como el aborto o la identidad de género, no tardaron en producirse una serie de anticuerpos y reacciones”, sostuvo.
En ese contexto, para un sector de la sociedad “no fue tan fácil aceptar el matrimonio igualitario” o el cambio de sexo. Incluso, “en la Argentina no me atrevería a decir que pasaría con el aborto si hubiera un plebiscito sobre este tema”.
“Hay gente que está muy disgustada. Pero no se pueden abandonar los avances conseguidos en muchos temas”, concluyó.
