El músico británico Liam Payne, exintegrante de One Direction murió a los 31 años al caer del tercer piso de un hotel en el barrio porteño de Palermo.
A los 16 años, el joven audicionó en el reality británico The X Factor y se convirtió en uno de los cinco integrantes de la boy band. Allí firmó su primer contrato discográfico con Sony Music, discográfica con la que grabó cinco discos y encabezó cuatro giras mundiales.
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Sin embargo, en distintas entrevistas, Liam manifestó que aquel estilo de vida no era fácil de sobrellevar: a medida que la banda ganaba fama, desarrollaba trastornos de salud mental como la agorafobia, ansiedad y alcoholismo.
En 2019, previo a sacar su primer disco solista después de la separación del grupo que lo catapultó a la fama, el cantante fue al programa de Ant Middleton, y sorprendió al revelar que durante su etapa de mayor éxito había considerado la idea del suicidio. “A juzgar por algunas cosas que pasaron, tengo suerte de seguir aquí. Hay veces en las que ese nivel de soledad te hace preguntarte: ‘¿Terminará esto algún día?’. Eso casi me mató un par de veces”, confesó.
Asimismo, en una entrevista con The Guardian, el cantante había hablado de su adicción al alcohol. “Tocar ante no sé cuántos miles de personas y después quedarte solo en el hotel en un país en el que ni siquiera podés salir a ningún sitio. ¿Qué vas a hacer? El minibar siempre estaba ahí”, sostuvo.
Luego agregó que también tomaba medicación pata tratar cierto problema de tipo epiléptico que afectaba a sus funciones cognitivas cuando estaba expuesto a cierto tipo de luces. Todo un desafío para un artista que actúa en estadios gigantes con espectáculos lumínicos casi cada noche. “Necesitaba ayuda para mantenerme estable. Había ocasiones en las que bajo ciertas luces en el escenario o durante una entrevista no era capaz ni de decir mi nombre”, añadió en la entrevista de The Guardian.
