A la suciedad, vandalismo y aparición de ratas, un nuevo problema se suma a la "casa del horror" de La Plata, donde Ricardo Barreda asesinó a toda su familia hace 26 años. De vuelta en libertad, el odontólogo, de 82 años, fue condenado a pagar más de 26 mil pesos a la Agencia de Recaudación de Buenos Aires (ARBA) por el impuesto inmobiliario.
Se trata de la casona ubicada en la calle 48, entre 11 y 12 del centro de la ciudad. Entre las pintadas que tiene en su frente se puede leer claramente la palabra "asesino". Es que el 15 de noviembre de 1992, dentro de esa vivienda fue el lugar donde Barreda mató con una escopeta a su esposa, Gladys McDonald, sus dos hijas, Cecilia y Adriana Barreda y su suegra, Elena Arreche.
En la sentencia dictada por la jueza en lo Contencioso istrativo María Ventura Martínez, se estableció que Barreda deberá abonar exactamente $26.205,80 más intereses. Además, la titular del Juzgado 4 de La Plata estableció que el hombre que asesinó a su familia deberá encargarse de los gastos del proceso legal.
De acuerdo al diario local 0221, Barreda vive en una pensión de la localidad bonaerense de San Martín y además del gobierno provincial, la Municipalidad de La Plata le reclama el pago de una deuda de más de 80 mil pesos.
El domicilio de Barreda se encuentra en medio de una batalla judicial por la sucesión y con un proceso de expropiación a instancias de una iniciativa que propone utilizarla como centro dedicado a la prevención de la violencia de género. El mes pasado, un equipo de periodistas visitó el interior de la vivienda y realizó una colección de fotos.
En las imágenes que compartió el diario El Día se puede ver que la casa se encuentra totalmente deteriorada y con una suciedad acumulada por haber sido abandonada de manera imprevista, tras el crimen que ocurrió en 1992.
El día de la masacre
El 15 de noviembre de 1992 el odontólogo cometió el cuádruple asesinato. Mató a su esposa, su suegra y sus dos hijas con una escopeta porque, según él, lo humillaban. Cuando todo quedó en silencio escondió en el baúl de su auto el arma y los cartuchos que había usado para masacrar a su familia.
El hombre quiso desvincularse del crimen e intentó hacer pasar el hecho por un robo: aseguró que ese fin de semana había estado pescando. Finalmente, cuando su mentira quedó en evidencia, confesó y fue preso. En diciembre de 2015, obtuvo su libertad condicional y al año siguiente fue encontrado abandonado en un hospital de Pacheco.
