El rechazo a la ley de Ficha Limpia en el Senado puso de manifiesto que la casta está más viva que nunca, a ambos lados de la grieta, y que el gobierno de Javier Milei no se baña en agua bendita.
Pero además, agregó un nuevo y grave elemento en la compleja negociación que La Libertad Avanza y el PRO mantienen en la provincia de Buenos Aires para buscar un acuerdo que les permita enfrentar con éxito al peronismo y al kirchnerismo, como lo itió el mismo Mauricio Macri.
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El Gobierno había sido bastante remolón para permitir el tratamiento de Ficha Limpia en la cámara de Diputados. Un proyecto que impedía a los políticos con condena por corrupción ratificada en segunda instancia, presentarse en elecciones nacionales.
Ya en ese momento trascendía la intención de los libertarios de no impedir una candidatura de Cristina Kirchner, pues apostaban a que la polarización fuese el mejor negocio para ganar las elecciones legislativas y sumar un buen número de representantes en el Congreso de la Nación.

Pero no tuvieron más remedio que aceptar su tratamiento y su aprobación, izando la bandera de la transparencia y la lucha contra la corrupción.
En ese momento no molestaba tanto que el proyecto tuviese el sello de la diputada macrista Silvia Lospennato. Después de todo, la alianza de LLA con el PRO funcionaba, a los tumbos pero bastante bien, en el Parlamento.