Cuando bajan las temperaturas, muchas personas ajustan su presupuesto doméstico contemplando los clásicos aparatos de calefacción. Sin embargo, hay un gran consumidor silencioso que suele pasar desapercibido y que, en algunos hogares, incluso supera al tradicional calefactor: el termotanque eléctrico.
Este dispositivo, presente en miles de casas, se encarga de mantener el agua caliente para ducharse, lavar los platos o higienizarse. Y si bien su función es esencial, su consumo energético se dispara en invierno. ¿La razón? La diferencia térmica entre el agua que ingresa a la red y la que debe calentarse es mucho mayor que en otras épocas del año, por lo que el termotanque trabaja más intensamente y durante lapsos más prolongados.
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Según datos de especialistas en eficiencia energética, un termotanque eléctrico de 80 litros puede representar entre un 25 y un 35% del gasto total de electricidad en un hogar tipo durante el invierno. Ese porcentaje incluso puede aumentar si el aparato no está aislado correctamente o si está ubicado en ambientes fríos.

Otro punto clave: el mal hábito de mantenerlo encendido las 24 horas. Muchos s desconocen que este tipo de equipos no necesita estar prendido todo el día para garantizar agua caliente. De hecho, apagarlo por la noche o instalar un temporizador puede significar una reducción notable en el consumo.
También influye el uso que se le da. Duchas largas, con agua muy caliente y realizadas varias veces al día, incrementan el trabajo del aparato. Por eso, una forma simple de ahorrar es moderar la temperatura del agua y reducir el tiempo bajo la ducha.
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En tiempos en los que cada peso cuenta y el costo de la energía no deja de subir, prestar atención a este tipo de detalles puede marcar una gran diferencia en la factura mensual. Así como aprendimos a regular el uso del aire acondicionado en verano, este invierno es momento de mirar más allá de la estufa y empezar a controlar al verdadero “glotón energético” del hogar.