En el imaginario popular, el verano es sinónimo de playa. Nada representa mejor las vacaciones que la conjunción de sol, arena y mar, y el hecho de que los destinos de la Costa Atlántica estén entre los más elegidos por los viajeros en enero lo comprueba.
Pero la provincia de Buenos Aires tiene además otros rincones para descubrir que, por su tranquilidad y sus paisajes, se posicionan como una buena opción dentro del turismo de escapadas: las lagunas bonaerenses.
Las ciudades de Chascomús, Junín y Carhué concentran propuestas turísticas naturales y culturales para pasar un verano diferente. A continuación, te contamos cómo es la oferta de cada una.
1. Chascomús
A menos de dos horas de la Ciudad de Buenos Aires está Chascomús. Su principal atractivo es la laguna, que junto con otros espejos de agua encadenados forman el sistema lacustre del río Salado. El plan es caminar a paso lento por su costanera o rodearla en auto o en bici.
En esta zona, dos puntos imperdibles son el muelle de pescadores Domingo Cazaux y la escalinata. Además, en verano se puede practicar esquí, windsurf, kitesurf y kayak, entre otros deportes acuáticos.
Otras propuestas son visitar el centro histórico, conocer la casa del ex presidente Raúl Alfonsín y descubrir la Capilla de los Negros.
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2. Junín
El Parque Natural Laguna de Gómez, en Junín, es otro lugar para agendar. Está a unas tres horas y media de la Ciudad de Buenos Aires y se destaca por su paisaje, conformado por 200 hectáreas llenas de árboles.
Bañarse, pescar pejerrey, pasear en kayak, hacer kitesurf y andar en moto de agua son algunas de las actividades que pueden practicarse en este espejo de agua. El lugar tiene balnearios, restaurantes, clubes y alojamiento.
Además, sus calles arboladas y adoquinadas guardan edificios históricos y espacios culturales como el Museo Municipal Paleontológico Legado del Salado y el Museo Municipal de Arte, entre otros.
3. Carhué
En la localidad de Carhué espera el lago Epecuén, con una hipersalinidad similar a la del Mar Muerto. Las propiedades curativas del agua son aprovechadas por los turistas y por los hoteles, que las ofrecen en sus piletas climatizadas y spas.
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También es un buen lugar para ver colonias de flamencos y otras aves playeras, y para practicar astroturismo. Y no hay que irse de Carhué sin visitar las ruinas de Villa Epecuén, el pueblo fantasma que resurgió del agua después de haber permanecido inundado por casi 20 años.
